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Da vida Frankelda al sueño mexicano; animación hecha con alma

Llega hoy a las salas la primera cinta nacional en stop motion, apadrinada por Guillermo del Toro

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Saltillo, Coah.- Lo que comenzó como un sueño se convirtió en una hazaña cinematográfica. Soy Frankelda, la primera película mexicana realizada completamente en stop motion, llega hoy a las salas de cine, tras un proceso creativo que fascinó a Guillermo del Toro y desafió los límites de la animación artesanal.

Los hermanos Arturo y Roy Ambriz, directores del filme y fundadores del estudio Cinema Fantasma, revelaron en reciente entrevista con Agencia Reforma que el ganador del Oscar fue una pieza clave durante la etapa final del proyecto. “Roy soñó una escena y cuando se la contamos a Guillermo, nos dijo: ‘Tienen que incluirla’. Nos tomó dos meses de trabajo, pero valió la pena”, relató Arturo.

Esa secuencia de apenas dos minutos simboliza la entrega de un equipo de 220 artistas, que durante más de tres años y medio fabricó casi 200 marionetas y 60 escenarios. Cada segundo requirió 24 fotografías, en un ejercicio de paciencia y precisión que convierte a Soy Frankelda en un logro sin precedentes en el cine nacional.

Sabíamos que era un riesgo enorme, pero queríamos hacer la película de nuestros sueños. Si imaginábamos 100 monstruos, teníamos que poner los 100”, contó Arturo. “No hay precedentes de algo así en México; es nuestro miedo y nuestro orgullo”.

La cinta sigue a Francisca, una joven escritora del siglo 19, censurada por su gusto por el terror. Su destino cambia cuando Herneval, príncipe de las pesadillas, la invita a un reino poblado de monstruos inspirados en el folclor mexicano. La historia amplía el universo presentado en Los Sustos Ocultos de Frankelda (HBO Max, 2021), serie que dio origen al fenómeno.

 

Detrás del asombro

Con la guía de Del Toro –a quien los Ambriz llaman su “Gandalf del set”–, Soy Frankelda se gestó durante cuatro años de producción en el taller del estudio Cinema Fantasma, en Ciudad de México. Del Toro los acompañó desde el primer corte hasta conseguir la distribución con Cinépolis.

Según El Universal, el largometraje requirió más de 150 mil fotografías y el trabajo de más de un centenar de especialistas que fabricaron a mano cada marioneta. Frankelda, por ejemplo, necesitó 60 bocas intercambiables y 10 tipos de cejas para lograr distintas expresiones; hubo seis versiones completas del personaje y más de 100 criaturas distintas.

Los escenarios –construidos de manera artesanal– iban desde cuevas de 20 metros cuadrados hasta maquetas miniatura de apenas 10 centímetros. Los animadores podían invertir un día entero para conseguir apenas dos segundos de acción.

Inspirada en figuras como Leonora Carrington, Remedios Varo, Tim Burton y Henry Selick, la cinta combina fantasía, horror y sensibilidad mexicana. 

Queríamos demostrar que no necesitamos permiso para explorar la fantasía desde nuestra cultura”, afirmó Roy Ambriz.

Del Toro, quien actualmente promueve su propia versión de Frankenstein, se mostró entusiasmado con el resultado: “Soy Frankelda es una joya que abre camino al stop motion mexicano”.

Con una mezcla de terror gótico y corazón artesanal, Soy Frankelda no sólo marca un hito técnico, sino también un acto de resistencia creativa. Como sus creadores, la película nació del deseo de contar historias imposibles. Y, como su heroína, aprendió a vivir entre los  sueños y las pesadillas.

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