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Se clasifican por primera vez los efectos de los antidepresivos sobre la salud física

Una clasificación inédita revela cómo los antidepresivos pueden afectar tu cuerpo, más allá del ánimo — y qué controlar con tu médico.

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Ciudad de México.— La sensación de haber encontrado alivio al iniciar un tratamiento con antidepresivos puede tornarse inquietante cuando, al cabo de semanas, el cuerpo empieza a enviar señales claras: “esto ya no es solo la mente”. Enfrentar los efectos físicos de los antidepresivos ya es una realidad documentada, y ahora —por primera vez— se propone una clasificación sólida que aborda no solo el ánimo, sino también el organismo.

La reputación científica que avala esta nueva mirada proviene de un informe de la The Lancet Psychiatry Commission —publicado en 2025— que analiza los efectos sobre el cuerpo de medicamentos psiquiátricos como los antidepresivos. 

La alerta es clara: más allá del bienestar mental, la salud corporal también exige atención. 

¿Por qué una clasificación de efectos físicos?

La depresión es una de las enfermedades más frecuentes a nivel mundial, y los tratamientos farmacológicos, incluidos los antidepresivos, han sido clave. Pero pocos pacientes reciben información completa sobre cómo esos fármacos pueden afectar al organismo aparte del sistema nervioso.

Ahora, el citado informe establece que estas medicaciones interactúan con múltiples sistemas fisiológicos —metabólico, cardiovascular, renal, sexual, neurológico— y no solo con el cerebro. 

Por ejemplo, personas bajo tratamiento psiquiátrico presentan con frecuencia alteraciones de peso, presión arterial elevada, colesterol alto o azúcar en sangre incrementada. 

Esta clasificación es funcional: ayuda a los médicos y pacientes a anticipar, vigilar y tomar decisiones informadas sobre el tratamiento, tanto desde la mente como desde el cuerpo.

¿Qué efectos físicos se incluyen y cómo se agrupan?

Metabólicos y cardiovasculares

Entre los efectos más documentados están el aumento de peso, la dislipidemia (colesterol o triglicéridos elevados), la hipertensión arterial y la resistencia a la insulina. El informe considera estas alteraciones como de “alto impacto” si no se vigilan, porque pueden derivar en diabetes tipo 2 o enfermedad cardiovascular. 

Por ejemplo, un estudio reciente encontró que usuarios de ciertos antidepresivos acumularon varios kilos en los primeros 24 meses, con diferencias según el medicamento: 

Función renal, endocrina y neurológica

La clasificación incluye también alteraciones renales, trastornos endocrinos como disfunción tiroidea o cambios hormonales, y efectos neurológicos como sedación excesiva, temblores o alteraciones del ritmo cardíaco. En conjunto, estos efectos pueden parecer secundarios, pero incrementan la carga de salud de quien enfrenta también una enfermedad mental. 

Sexualidad, aparato digestivo y calidad de vida

La lista también abarca disfunción sexual, problemas gastrointestinales (como estreñimiento o diarrea), sudoración excesiva y fatiga persistente. A pesar de que algunos medicamentos se enfocan en la mente, el cuerpo “responde” con señales que muchas veces se silencian. 

¿Qué significa esto para ti como paciente o cuidador?

Cuando se te prescriba un antidepresivo o estés acompañando a alguien, considera lo siguiente:

Evaluación inicial completa. El informe recomienda que, antes de empezar el tratamiento, se realice un “check‐up” que incluya peso corporal, presión arterial, perfil de lípidos y glucosa. 

Monitoreo temprano y constante. No basta con revisar al inicio del tratamiento; se sugiere control en las primeras semanas (por ejemplo, peso o presión a las 4 semanas) y seguimiento en el largo plazo. 

Elección del medicamento según perfil. No todos los antidepresivos tienen el mismo potencial de efectos físicos. Estudios muestran que algunos implican más ganancia de peso que otros. 

Comunicación abierta con el equipo médico. Si sientes que el cuerpo “responde distinto”, habla con tu psiquiatra o médico de cabecera. Cambios bruscos del peso, fatiga nueva, dolor o palpitaciones no deben atribuirse únicamente al ánimo.

¿Cuándo preocuparse y qué hacer?

Si después de iniciar un antidepresivo notas: aumento de peso significativo (por ejemplo, más del 5 % del peso corporal en unos meses), aumento sostenido de la presión arterial, elevación de la glucosa o colesterol, o aparición de síntomas nuevos (como palpitaciones, sudoración o cambios sexuales) —es momento de actuar.

Este reconocimiento temprano no es alarmista, sino proactivo, porque la clasificación que ahora tenemos permite prevenir complicaciones físicas que —aunque menos visibles que el estado de ánimo— pueden impactar la calidad de vida.

Además, adoptar hábitos de vida sanos (actividad física, alimentación equilibrada, sueño de calidad) refuerza tanto el tratamiento de la salud mental como la protección del cuerpo desde el primer día.

En definitiva: el camino hacia la salud mental plena se construye también con la salud física vigilada. Si estás bajo tratamiento con antidepresivos, no ignores los mensajes del cuerpo. Consulta siempre a tu médico ante nuevos síntomas o preocupaciones: tu bienestar integral lo merece.


 

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