
La noticia cayó como un rayo en el paddock, pero la tormenta llevaba meses gestándose. Intrigas internas, acusaciones delicadas y movimientos estratégicos detrás del telón terminaron por desmantelar el imperio que Horner construyó a lo largo de 20 años.
Todo empezó a tambalearse en 2024, cuando una empleada del equipo acusó a Horner de malos tratos. Aunque Red Bull trató de apagar el incendio con diplomacia y discreción, la grieta interna ya estaba abierta. Y no se cerró. Por el contrario, se convirtió en una herida sangrante para el equipo.
A esa polémica se sumó otro golpe bajo: la salida de Checo Pérez, criticada por los fanáticos y cuestionada incluso por figuras dentro de la escudería. Las decisiones de Horner empezaban a parecer erráticas. Su control absoluto del equipo se desmoronaba.
Las redes arden con rumores: ¿Fue Max Verstappen quien exigió la cabeza de Horner? Varios insiders del paddock aseguran que el neerlandés, frustrado por la caída de rendimiento del equipo, habría amenazado con marcharse a Mercedes si no se producían cambios de alto nivel.
Aunque Horner llevó a Red Bull a conquistar ocho títulos de pilotos y seis de constructores, la realidad actual es más amarga. Solo dos victorias en doce carreras esta temporada, una caída al cuarto lugar del campeonato, y la salida de figuras clave como Adrian Newey y Jonathan Wheatley han dejado al equipo en modo pánico.
La decisión fue inmediata y tajante. "Agradecemos su excepcional trabajo", dijo Oliver Mintzlaff, director ejecutivo de Red Bull, en un comunicado que sonó más a epitafio que a agradecimiento.
El nuevo jefe de equipo será Laurent Mekies, hasta ahora líder de Racing Bulls. Una elección que parece lógica en el papel, pero que llega en un momento de crisis total para el equipo austríaco. La F1 no perdona y el cronómetro sigue corriendo. La pregunta es ¿Será capaz Mekies de detener este colapso y regresar al equipo a la cima del campeonato?
Con contrato hasta 2030, Horner deja la F1 con un historial que pocos pueden igualar: 124 victorias, 107 poles y 287 podios. Pero se va por la puerta de atrás, en medio del escándalo, de la presión interna y de una F1 que, como siempre, no tiene lugar para los débiles ni siquiera si fueron reyes.
Con Horner fuera del pitwall, Red Bull desmoronándose . Las intrigas pesan más que las estrategias. Y el campeonato… es una moneda en el aire.