China.-China presume de nuevo hito en su insaciable ambición en la carrera por la supremacía naval: acaba de poner en servicio su tercer y más avanzado portaaviones, el Fujian, una enorme embarcación de 316 metros de longitud que comparte nombre con una de las provincias sureñas del gigante asiático. Aunque la prensa estatal china, para darle más fuerza propagandística, lo rebautizó como Dragón Marino.
La puesta a punto del portaaviones estuvo envuelta en una pomposa ceremonia celebrada esta semana en el puerto militar de Sanya, en la isla de Hainan, con vistas directas a las disputadas aguas del mar de la China Meridional.
El acto estuvo presidido por el líder supremo, Xi Jinping, quien se subió a bordo del Fujian para una inspección de cara a la galería y para que los mandos militares le explicaran las principales capacidades de combate del moderno portaaviones, capaz de transportar hasta 40 aviones de combate, además de helicópteros y drones. Pero su característica principal es la catapulta electromagnética que puede lanzar hasta tres tipos de aeronaves.
Esta tecnología, conocida como Emals, permite que los aviones despeguen con mayores cargas de armas y combustible con el propósito de que puedan atacar objetivos enemigos a mayores distancias. Hasta ahora, el único portaaviones del mundo que contaba con este sistema era el USS Gerald R. Ford de la Armada estadounidense, el más avanzado construido hasta ahora.
En estos momentos, Estados Unidos y China son los únicos países que operan portaaviones con esta tecnología de lanzamiento de aeronaves. El Fujian, además, es el primer modelo diseñado y construido íntegramente en el país asiático. Se trata de un arma naval mucho más imponente que los dos primeros portaaviones chinos de diseño ruso, el Liaoning y el Shandong, más pequeños y que, a diferencia del Dragón Marino, dependen de rampas para lanzar aeronaves.
La emisora de televisión estatal CCTV también mostró en imágenes los nuevos aviones de guerra chinos que tendrán su base en el Fujian: los cazas furtivos de alerta temprana y control aerotransportado J-35, J-15T y KJ-600. Los tres se presentaron en septiembre durante el gran desfile militar celebrado en Pekín para conmemorar los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Los expertos chinos señalan que el J-35 es el segundo caza furtivo embarcado del mundo, después de la serie F-35 del fabricante estadounidense Lockheed Martin.
El Fujian comenzó sus pruebas en mayo del año pasado, dos años después de su botadura a mediados de 2022. El ejército chino señaló en su presentación que era el buque de guerra de propulsión convencional más grande del mundo. En cambio, sigue en desventaja tecnológica con el USS Gerald R. Ford, que cuenta con propulsión nuclear.
China, que presume de la mayor flota militar del mundo, tiene la capacidad ahora de construir nuevos buques a un ritmo mayor, pero los reactores nucleares de los navíos estadounidenses permiten desplegar más portaaviones sin límites de autonomía y lanzar las catapultas electromagnéticas sin problemas de potencia, así como alimentar los sistemas eléctricos avanzados (radares, láseres...)
Para cerrar esta brecha, Pekín está construyendo otro portaaviones, conocido como Tipo 004, que contará con propulsión nuclear, aunque se espera que no use la tecnología Emals.
Que la puesta en servicio del Fujian haya sido en Sanya es una maniobra estratégica ya que aquí se encuentra una de las bases de operaciones más importantes del Ejército Popular de Liberación (EPL), dirigida por el Comando del Teatro del Este, la sección del ejército que vigila esta región y que suele dirigir los simulacros de invasión sobre Taiwan.
En este lugar hay una caverna submarina excavada en la ladera de una montaña donde se guardan varios submarinos de ataque de propulsión nuclear y misiles balísticos. Esta base también sirve de guarida para algunas unidades de las milicias marítimas, que sobre el papel no son más que barcos pesqueros, pero que en realidad funcionan como una flota paramilitar que lleva años operando, junto con el EPL, para expandir los objetivos políticos de Pekín en el mar de China Meridional, clave para las rutas comerciales globales y con ricos depósitos de petróleo y gas.







