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Otra de plutocracia saltillense: la plaza de toros Armillita

La caída de la plaza de toros Fermín Espinoza “Armillita”, tras 33 años de funcionamiento, sede de históricas corridas y a últimas fechas deslucidos eventos de Morena, ha centrado el debate local en la nostalgia

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La caída de la plaza de toros Fermín Espinoza “Armillita”, tras 33 años de funcionamiento, sede de históricas corridas y a últimas fechas deslucidos eventos de Morena, ha centrado el debate local en la nostalgia por la infraestructura vieja que se desmonta para abrir paso a la modernidad en Saltillo. Como si se tratase de Flores Tapia quitando las vías del tren a talache limpio con sus propias manos en 1977 para expandir hacia el norte la mancha urbana, más allá del bulevar Francisco Coss.

Si acaso, tangencialmente, se ha reavivado el debate sobre la pertinencia o no de la prohibición de la tauromaquia como práctica en la entidad, y las causas que originaron esa decisión hace una década.

Aunque nadie se ha ocupado de lo importante: el negocio. Y ahí hay uno con recursos públicos, más allá de las buenas intenciones comunicadas.

Denominada en documentos Plaza de Toros del Valle de Saltillo, SA de CV, la sociedad mercantil cuyo objeto social es “la planeación, proyección y realización de todos aquellos eventos que estén relacionados con la fiesta brava”, fue constituida el 5 de agosto de 1992 en la ciudad como administradora, precisamente, del coso ubicado en ‘los terrenos de la feria’.

Pero además fue creada, según el instrumento notarial 245 verificado en la Notaría 29 de Homero Gómez García, para “el arrendamiento de las instalaciones para la celebración de todo tipo de actos y espectáculos”. Es decir, lucrar con el inmueble. Y una finalidad más amplia e interesante le acompaña: “la representación, agencia, mediación o comisión mercantil en la República Mexicana o en el extranjero de todo tipo de negocios afines a las actividades sociales”.

Y ahí sí: cabe y se vale todo.

Por eso llama la atención que como cabeza visible de un acto de transmisión de la posesión de un particular a Gobierno del Estado (a fin de edificar este último un espacio multiusos techado al estilo Domo Care, en la Expo Feria Guadalupe), celebrado en el marco de las actividades denominadas Rodeo Saltillo a mediados de octubre, se identifique solamente al finado Santana Armando Guadiana Tijerina, a través de su hijo “Armandito” para la fotografía oficial, y no al resto de involucrados, pues si en un lugar se puede ver reunidos a la plutocracia saltillense, así sea sólo como tenedores de acciones en común, ese es la plaza de toros de la localidad.

Por orden de aparición en los registros, aunque todos poseen la misma porción en documentos, además del exsenador por Morena y dos veces candidato perdedor a la Gubernatura, figuran el extinto Eliseo Mendoza Berrueto, entonces Gobernador de Coahuila, y Rosendo Villarreal Dávila, a la sazón Alcalde de Saltillo.

Aquí surge una pregunta entonces: ¿qué hacían constituyéndose como juez y parte de un recinto privado un Mandatario estatal y un Presidente Municipal en funciones?

Dicho de otra forma: los mismos que debían autorizar permisos relacionados con el recinto.

No sólo ellos, Abraham Cepeda Izaguirre, quien fuera el candidato del PRI que perdió en esa época por primera vez la Alcaldía de la capital contra el PAN, es otro de los accionistas implicados.

Para el dinero no hay emblemas políticos ni resultados electorales que distancien adversarios, faltaba más.

En la lista de socios figuran además otro exgobernador, Enrique Martínez y Martínez, un exalcalde de la capital (hijo de otro ex Gobernador), Mario Eulalio Gutiérrez Talamás (y su tío, Luis Gutiérrez Treviño), otro ex Alcalde de Saltillo, Juan Pablo Rodríguez Galindo (y su hijo, Juan Pablo Rodríguez Delgado), como representación del comercio local Jesús de las Fuentes Cabello, Emilio Chapa Esquivel, Alejandro del Bosque, Ramón Cortés Herrera y Francisco Javier Duarte Villegas, del sector restaurantero Braulio Cárdenas Cantú, del constructor los hermanos Virgilio y Sergio Verduzco Rosán, del transportista Josué Cárdenas Farías, de la industria Guillermo Elizondo López, César Humberto Cantú Benavides y Lorenzo Mario González, de la ganadería Fernando Lomelí García, de la charrería Macario González Rodríguez, y el constructor de la plaza, Valdemar Saucedo Galindo.

Otros reconocidos en la comunidad, como Gustavo Mario Berrueto Berrueto, José Inocencio Aguirre Sosa, Carlos Ramiro Aguirre Valdés, Ricardo García Guerra y Jorge Eduardo Duque Padilla, completan la lista donde no figura ninguna mujer, por ejemplo.

Un club de Toby aficionado a la fiesta brava, en los hechos.




Cortita y al pie

La plutocracia, por definición, es la influencia de los ricos en el Gobierno pese a significar estos una minoría. Su preponderancia como forma de oligarquía.

El martes en este mismo espacio se mencionó a parte de la plutocracia saltillense que se beneficiaría directa o indirectamente de la “propuesta preliminar de regeneración” de la Alameda Zaragoza, sea cual fuere al final.

El Saltillo rancio. De familias venidas a menos que viven del apellido y las apariencias.




La última y nos vamos

Ahora bien, qué casualidad que por cada proyecto de inversión importante, y por más años que haya sumado el calendario, salpiquen recursos públicos a los mismos de siempre. Hoy otra vez a propósito de la plaza de toros Armillita.

No son los únicos casos, evidentemente.

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