
Este martes 13 de agosto se cumplieron 504 años de la caída de la mítica ciudad de Tenochtitlán, centro del Imperio Mexica que sucumbió luego de más de 70 días de asedio de parte de fuerzas aliadas entre españoles e indígenas de pueblos aledaños, especialmente tlaxcaltecas.
Como artífice de este episodio histórico figura Hernán Cortés, controversial hasta nuestros días y dependiendo del enfoque sociopolítico con el que se vea, aunque en cualquier caso fue un comprobado negociador y estratega militar que contribuyó a derrumbar un imperio que mantenía un férreo control sobre pueblos de Mesoamérica para la época, principalmente a través del sistema de tributos que derivaron en el esplendor de Tenochtitlán durante cientos de años.
El inicio de la caída mexica se podría trazar muy atrás en el tiempo, aunque especialistas coinciden en que fue desde septiembre de 1519 cuando ocurrió un suceso clave en la historia, esto al firmase el acuerdo de colaboración militar, política y cultural entre las fuerzas españolas y el pueblo de Tlaxcala, cuyos nobles recibieron tierras, poder político y grandes recursos a cambio de su colaboración en contra de Motecuhzoma Xocoyotzin.
La propia construcción de Tenochtitlán parecía impedir que fuera invadida por las tropas de la alianza, canales estrechos que aislaban a la ciudad y edificaciones altas para defender los embates con flechas y lanzas, parecían brindar solidez a la defensa mexica, hasta que durante los primeros meses del año 1521 se ideó un plan para sitiar la ciudad sobre el lago.
Lo anterior derivó en muerte, enfermedad, hambre y desolación en contra del pueblo mexica, poco a poco fueron padeciendo de la falta de sanidad, agua corriente y comida, elevando el número de víctimas a más de 50 mil en pocos meses; además, el propio Motecuhzoma había fallecido ya en 1520 derivado de un atentado, siguiendo la línea de mando militar y político Cuitláhuac y por último Cuauhtémoc, quien pese a ser torturado se mantuvo firme hasta la caída del imperio.
Como en muchos momentos de la historia humana, el nacimiento de nuevas etapas no vino de un escenario pacífico y libre de violencia, la Nueva España y posteriormente México se cimentaron sobre dolor, muerte, destrucción y choques culturales, dando paso a identidades nunca antes vistas que moldean la historia de la nación actual.
De la caída de Tenochtitlán se desprenden siempre visiones, preguntas y posturas diversas, pero sin duda, fue un elemento trascendental que partió el mundo antiguo con rumbo a la modernidad.