
¿En qué momento la política en Coahuila, otrora de próceres de la patria que encabezaron procesos históricos de verdadera transformación, generales revolucionarios, y a últimas fechas concertacesión partidista (muy distinto a la concertación), se redujo al mercado sobre ruedas?
Al tianguis. El trueque. Las pulguitas. El ambulantaje.
Algunos podrán decir que, al hacerlo, aterrizó a las masas. Que ya no es coto privado de los grupos de presión o el círculo rojo, por tanto la muchedumbre manda. Demagogia, a secas.
Otros, en defensa del modelo, dirán que atiende las necesidades inmediatas y resuelve demandas que se reflejan en el bolsillo de los ciudadanos. Tal vez.
Si bien cada elección tiene circunstancias particulares y momentos coyunturales, el proceso electoral de 2026 para renovar el Congreso del Estado, el cual inicia dentro de 45 días, ya está definido: chalecos verdes contra chalecos guindas. Brigadas: Mejora Coahuila versus Servidores de la Nación. La disputa por el control numérico de los seccionales mediante un registro territorial cartográfico: manzana por manzana; calle por calle; banqueta por banqueta. Identificar qué símbolos tienen al exterior los domicilios: si se trata de un hogar censado por ese cuestionable programa federal llamado “Salud Casa por Casa”, como letra escarlata para señalar que ahí vive un cliente potencial, o cualquier otra señal que permita reconocer la preferencia de sus habitantes.
Al focalizarse en lo pragmático, no obstante, ambas opciones políticas son profundamente conservadoras. No hay alternativas disruptivas ni que piensen fuera de la caja o apuesten a replantear, desde las reglas del juego hasta las formas de comunicar un mensaje político. No se diga ya modificar la sustancia: la legislación estatal (materia de trabajo para cualquier aspirante a diputado local, básicamente) y, por ende, la organización social, sus problemas y aspiraciones.
A los dos bloques mencionados, para efectos de folclor, se incorporará un diseño de boleta aderezado con fotografías de candidatos multicolor de otros partidos, animadores frecuentes, los mismos legitimadores de siempre que descongelan cada tres o seis años y se presentan otra vez con renovados ánimos a tratar de llamar a toda costa la atención por las redes sociales de moda durante 60 días de campaña, y la exclusión de candidaturas independientes que ya se va haciendo habitual en cada nueva renovación periódica del poder.
Si la oferta política de unos y otros son los ‘mercaditos’ a bajo costo, nada nuevo bajo el sol, por lo demás. La política en México es asistencialismo disfrazado de servicio social y voluntariado. Apostolado judeocristiano que se acerca más al clientelismo.
Por otro lado, es un tema de identidad local y costumbres identificadas y explotadas, más que necesidad apremiante: si los políticos no le llevan algo (material, desde luego) a la gente, no los reciben. En ese círculo (vicioso, o virtuoso, según se vea) nos hallamos desde tiempos inmemoriales.
Y también es un asunto de idiosincrasia. Oficialmente hay 82 mercados sobre ruedas en Saltillo, aunque cualquier cochera abierta de una vivienda, o cajuela levantada de un coche, incluso cualquier tarima o tendido en la banqueta o camellón, es pretexto para instalar un punto de venta de manera extraoficial, situación que dispara el fenómeno a una cifra eventual y volátil de acuerdo a la ubicación, horario y día de la semana.
Cortita y al pie
No es un caso exclusivo de la capital. El empobrecimiento de Monclova-Frontera ha incrementado la práctica, por ejemplo, y en Piedras Negras avanza con fuerza.
Nada en contra del comercio local y minorista, y su contribución a la economía circular, sin embargo una mejora en el precio de la tapa de huevo no hará la diferencia en el sentido del voto, ni quien venda más barato el Fabuloso ganará puntos por encima de su competidor de diferente emblema.
No llegamos a ese nivel de exigencia, si se le puede llamar así.
La última y nos vamos
Ahora bien, ¿se ha fijado en algo hasta aquí?
Muy sencillo: no hay -ni habrá- ideas. Si bien por sí misma la implementación de la “estrategia mercadito” ya es una idea puesta en operación, no existe la intención de ventilar asuntos públicos de la polis en la contienda, más allá de la inmediatez: el bache reparado, la silla de ruedas donada, la mochila regalada, la rebanada de sandía compartida…
Y eso, reducir la lista nominal al marchante de mercadito, es, en el fondo, la concepción que se tiene del hipotético votante que habita en la entidad.
Dicho de otra manera: lo que ven en el horizonte aquellos ojos políticos -por así decirlo- y cómo actúan en consecuencia.
No hay otro futuro posible, pues. Y eso es una desgracia.