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Noroña, el santón de los cuatreros de Coahuila, y la brújula extraviada

Se ha puesto usted a pensar o indagar quiénes son los ídolos de los políticos, o cuáles son sus referentes ideológicos.

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Por: Luis Carlos Plata


Además de mostrarse mediante propaganda hueca pero permanente, y dádivas ocasionales que usan como cebo de pesca para lograr el poder por la vía electoral, se ha puesto usted a pensar o indagar quiénes son los ídolos de los políticos, o cuáles son sus referentes ideológicos, particularmente de aquellos aspirantes a gobernar desde un pedestal de superioridad.


En otro momento de la humanidad el cuestionamiento hubiese sido qué autores leen (suponiendo que buscasen en ellos respuestas, conocimiento, o simplemente un sesgo de confirmación). Hoy quizá la pregunta sería, a qué influencers siguen (instagramers, tiktokers y youtubers) buscando en ellos… sinceramente no sé qué más allá del entretenimiento.


En Coahuila lo tenemos fácil. Quienes pretenden cargos públicos envueltos en la bandera del concepto imaginario denominado “4T”, tienen un denominador común y punto de encuentro: es Noroña su estandarte. Sí. José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña.


Para ellos, especialmente la camada de jóvenes que buscan primero notoriedad y después candidaturas, el personaje chilango representa un faro de moralidad, un líder a seguir, casi un gurú o guía espiritual. Inclusive se le ha promovido como un factor de unión y mediador entre ellos, como grupos en disputa; apenas en febrero pasado, por ejemplo.


“Un compañero de lujo”, ha dicho Cecilia Guadiana. “El gran maestro de muchos”, Antonio Attolini. “Es un tipazo; de las mejores cosas ha sido luchar a tu lado compañero”, Diego del Bosque. “El mejor orador de México; lo quiero y respeto mucho”, Alejandra Salazar.


En ese concepto lo tienen. Ahora bien, qué tiene para ofrecer un oriundo de Tlalnepantla, al grado que una generación de incipientes políticos de la entidad norteña, atestada de héroes patrios nativos en su suelo, lo idolatren a él y no a sus ancestros.


Qué hace Paloma de los Santos acompañándole en Ciudad Acuña. Qué busca Jacobo Rodríguez con él, más allá de algún interés coyuntural con el PT de Piedras Negras. Por qué Shamir Fernández y Pily de Aguinaga le escoltan como damas de compañía.


Es la recepción que se le procura lo que provoca su cercanía. No hay otro estado del país –por lo menos no otro tan ajeno al centralismo y distante territorialmente de la capital como Coahuila– al que viaje con tanta regularidad.


Amén del fin de semana pasado, cuando lo que aparentaban ser unas inofensivas asambleas informativas terminaron con él denunciado por peculado y enriquecimiento ilícito ante la Fiscalía General de la República, Noroña ha visitado en diferentes ocasiones lo mismo Torreón, Matamoros, Francisco I. Madero, San Pedro de las Colonias, Monclova, Saltillo, Ciudad Acuña, Piedras Negras o San Juan de Sabinas. En mayo y septiembre de 2024. Agosto de 2023. Abril y septiembre de 2022. Enero y octubre de 2020. Enero y mayo de 2019. Noviembre de 2018.


Sin embargo no se le recuerda por una iniciativa interesante, en sus tiempos como legislador federal (tres veces diputado federal y un año como senador en 65 de vida), o por alguna acción en concreto.


Es un polemista. Un engañabobos. Fingetalento. Hocicón. Boquiflojo. Vive de la controversia y del jarabe de pico. Del decir, no del hacer. Particularmente, en los tiempos que se viven, cuando el monopolio de los reflectores lo tienen quienes más escandalizan.


Es el padre de la protesta histriónica que hoy se asocia al Wokeísmo. Del performance como representación pública del Yo. Protesto, luego existo.


Su problema, no obstante, es uno solo: es difícil ser asceta en política. Y él pasó del ascetismo a la opulencia. De lucrar con el pobrismo al aspiracionismo. A viajar por Coahuila en jet privado. Y cuando lo hace a través de aerolínea, en primera clase (“No tengo obligación de ser austero”) y a Europa. Automóviles de lujo (“Quién decide qué es lujoso”). Residencia millonaria. Donativos ilegales. Desprecio a eso que llaman pueblo (“Ahora resulta que tienes que vivir en una colonia precaria porque eres de un movimiento de transformación”).


Máxime cuando se pontifica desde un supuesto espectro ideológico de izquierda. Como el politólogo italiano Giovanni Sartori ha escrito en su libro La democracia en 30 lecciones (Taurus, 2009): “la izquierda es altruismo” y “la derecha es egoísmo”.


“Puesto que la derecha no apela a ninguna moralidad, no está expuesta a la quiebra moral. Por el contrario, quien alardea de moralidad, perece de inmoralidad”. Así, “las credenciales éticas de la izquierda, en su mayoría moralmente hipócrita, son también su talón de Aquiles”.


“Si el poder corrompe un poco a todo el mundo, a quien más corrompe es a la izquierda cuando llega al poder”. Por eso pierde cuando gana. Se produce un efecto bumerán.


Cortita y al pie


El que nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver. El refranero popular lo sabe. El poder a vuelve tontos a los inteligentes, y a los tontos los vuelve locos.


El conflicto es el mismo siempre: Noroña exhibe gustos caros, al estilo bon vivant, acceso a lugares preferentes y restringidos, abuso de poder, mientras agita el resentimiento social por un asunto de clase. Es un símbolo de la izquierda caviar, como se le denomina en el argot. De eso lucra política y económicamente.


La última y nos vamos


Hoy que atestiguamos la quiebra moral, la incongruencia ideológica y las disonancias cognitivas de un sujeto vividor del erario por encima de todo, experimentamos también el extravío de una generación de políticos coahuilenses con la brújula descompuesta.


En función de sus afinidades no extrañan entonces sus paupérrimos resultados locales.

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